18 de diciembre de 2008

Crisis mundial: oportunidad para Latinoamérica

Luego de la Carta de las Naciones Unidas en 1945, las naciones del mundo optaron por descartar la guerra. No obstante, el mundo se convirtió en un campo de batalla ideológico, político y militar conocido como la Guerra Fría, protagonizada por las dos superpotencias victoriosas de la II Guerra Mundial: Estados Unidos y la Unión Soviética. La Mutua Destrucción Asegurada (MAD) sirvió al final de cuentas como elemento disuasivo de este sistema bipolar, lo que aunado a conflictos internos en la ahora ex URSS trajo como consecuencia la caída de este sistema, simbolizado con la Caída del Muro de Berlín en 1989.
Este sistema fue sustituido por un nuevo orden internacional, con nuevas agrupaciones económicas que marcaron la pauta del desarrollo de algunos países, y el estancamiento y subdesarrollo de otros paises, denominados por El Pentágono como los "menos incluidos", y los "no incluidos". Las nuevas agrupaciones económicas reemplazaron la bota y el dolor, por el voto y el dólar, como elemento de dominación mundial, apartando el conflicto militar en dicho esquema de Globalización. La anhelada Paz Perpetua de Kant, se mostró posible durante un período de tiempo, pero la globalización y el capitalismo estaban generando grandes asimetrías entre naciones, y más allá de eso, sirviendo de caldo de cultivo para lo que Samuel Huntington denominó Choque de Civilizaciones. Esta tesis tendría uno de sus más firmes asideros en los sucesos del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos.
Con la caída de las Torres Gemelas en New York, y el ataque al Pentágono -máxima referencia del poder militar mundial-, los EEUU darían inicio a una costosa guerra, que socavó los tres pilares fundamentales de la globalización: ser Políticamente democrática, Económicamente acorde con el consenso de Washington y Jurídicamente sustentada en los Acuerdos y Tratados internacionales sobre los Derechos Humanos.
La moral de Estados Unidos se derrumbaba tanto en el plano internacional como en el seno de la comunidad estadounidense, cuando en septiembre de 2008 y ya anunciada meses antes, se desata la crisis económica y financiera, crisis que podría tener un costo total cercano a los 3 billones de dólares, algo aproximado al 20% de su PIB. La magnitud de esta crisis es tal, que viene a modificar el status quo del sistema, ya que altera los lineamientos generales diseñados para afrontar el problema. Ya la solución no pasa por una mano invisible que soluciona las falencias del mercado, sino que esta crisis exige la intervención de los Estados, a través de sus planes de salvataje o bailouts. El gobierno republicano de George W. Bush pagaría los costos de una mala estrategia a nivel financiero y militar en el mundo, así como la desatención a los problemas de sus ciudadanos, con la derrota en las elecciones presidenciales de 2008, en las que sin lugar a dudas, un nuevo paradigma hace presencia en el escenario de la política internacional: la elección de un afroamericano como presidente de los EEUU.
¿Cómo termina esta crisis? La palabra crisis en japonés (危機=kiki) está compuesta por dos caracteres; uno significa peligro, el otro oportunidad. Aunque la actual crisis afectó la posición de EEUU, éste seguirá presente en lo alto del sistema internacional, compartiendo parte de ese poder con el G7+ Rusia, éste último, factor importantísimo en el equilibrio de poder en el escenario futuro. Se deberá favorecer la incorporación de nuevos poderes como el G-20, para que colabore en la conectividad con los no o menos incluidos. La estabilidad del sistema recaerá en las alianzas que surjan a nivel político, económico, comercial e incluso militar. Para Latinoamérica esta crisis más que un peligro representa una nueva oportunidad para que sus actores logren una nueva arquitectura financiera regional, desligada de las instituciones de Bretton Woods, desdolarizada, que apunte a un Banco de Desarrollo Regional, un Fondo de Reserva Regional para respaldar potenciales crisis regionales, y una moneda única regional. ¿Utopía o realidad? La voluntad política de la región lo determinará, o de otra manera el Sur seguirá mirando hacia el Norte, en vez de mirarse más a sí mismo y cambiar sus paradigmas.

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